• Fue una noche larga la de anoche. No logré dormir de corrido más de  … una hora? Tal vez.  El primer intervalo fue de las 8 de la noche a casi las 12 de la madrugada  cuando me decidí y me levanté a leer un poco y después escribir lo que para ustedes viene siendo el blog anterior. Después, según yo convencida de poder recuperar mi inspiración para dormir, regresé al sofá/ cama con mi amado. Solo para descubrir que todo fue una ilusión, seguía sin sueño. No pude dormir y en cambio me la pasé dando vueltas y vueltas, tratando de acomodar los brazos de Anto que me rodeaban de forma linda pero  extraña y me trataban de abrazar de maneras poco cómodas, las cuales yo trataba de conservar por un rato para no molestarlo ni despertarlo hasta que me era imposible y me movía lo más cuidadosamente posible; definitivamente creo que la meditación y las posiciones que ésta requiere tradicionalmente, no serían mi fuerte en caso de intentarlo. No se cuantas veces repetí este ritual de acomodamiento sutil pero lo que si sé es que  a las 7 de la mañana Raymond decidió que era hora de lavar los platos y nos despertó con la sinfonía que esto propició. Contrario a lo que normalmente sucede, nos levantamos antes de despertarnos completamente, desayunamos un poco de varias cosas: el panesote de forma chistosa que sabe a la rosca de reyes y tiene una mermelada rosa muy sospechosa en medio, le suis: un panesito rico sabor a naranja que, aunque me de pena confesarlo (pena por la diferencia diametral entre ambos procesos de elaboración y antecedentes históricos) me recuerda a los polvorones Marinela. Expandiendo un poco más a lo que me refiero con “antecedentes” resulta que tienen forma de un hombre, el cual  semeja al guardia suizo que antiguamente  cuidaba al papa (si, al  jefazo del Vaticano), cuando éste tenía su humilde residencia en Francia (un poco de historia en la cocina cortesía de los Chabannes). Todo esto acompañado de un café a la vainilla y unos trozos de manzana que logré rescatar de un rincón olvidado del refrigerador y me permití agregar al desayuno más qué por su posible trascendencia nutricional, como mera desintoxicación de la conciencia.

    Una vez cargados de las calorías que un desayuno como ese nos pudo haber dado, nos arreglamos y salimos a caminar por la ciudad aún con el frio que aunque no sentíamos, podíamos presagiar por la pura imagen que nos dejaba ver la ventana de la cocina. Todo esto sin mencionar la nevadita que ya se anunciaba  y que aún ahorita a las 5 de la noche, continúa.

     

      Tomamos el metro, caminamos por le vieux Montréal, subimos unas montañas nevadas, caminamos, caminamos, caminamos y llegamos al barrio chino. Sí, en todos lados hay un barrio chino. Fuimos atendidos por un mesero super sonriente {inserte aquí una buena cantidad de sarcasmo}. Y una vez más con el estómago lleno, regresamos a casa.

     

    Si esperaban un final dramático y de novela, lo siento pero esta vez no lo hay. Fue un día muy bien aprovechado y tremendamente agradable  en diferentes maneras.

     Cambio y fuera.


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  • Ayer fue el primer día de amanecer aquí. De estar aquí. Estaba a punto de comenzar a escribir ayer mismo sobre el día pero en eso Anto se acercó a mi en el sillón de la sala y no pude evitar cerrar la computadora inmediatamente y abrazarlo.

    Todavía se me hace  increible el poder estar aquí con él, viviendo juntos.

    En nuestro lugarcito.

     

    Hoy, llegaron Bernard et Raymond. Cada uno muy diferente.

    Raymonde tiene un carácter fuerte, medio enojón y quejumbroso como Anto pero bueno y con un gran corazón, también como él. De hecho tienen muchas facciones parecidas, poses, maneras de hablar, las expresiones faciales.

    Bernard es un poco más sonriente pero timido a la vez, mide más sus palabras, las preguntas y los comentarios, muy respetuoso.

    El abuelo por otro lado, es un poco más directo, sin caer en lo irrespetuoso ni mucho menos pero no se queda con las ganas de decir lascosas. Ahora, en este preciso momento le papi se levantó al baño y me miró con cara de desaprobación por encontrarme sentada en la cocina escribiendo en mi computadora, cuando le dije que no era el internet sino mi >>journal<< creo que le pareció un poco más aceptable y me regaló una sonrisita.

    Se acostaron a dormir desde las 8 pm y no aguanté el estar dando vueltas en la cama.. me levante a las 11:47 y seguí leyendo mi danza de la realidad que poco a poco me va envolviendo y reforzando la idea difusa que siempre he tenido sobre lo vasto que es el universo.  No creo que sea el libro que provoque las cosas a mi al rededor sino que más bien las cosas que siempre han estado a mi al rededor coinciden con el ritmo del mismo.

    El invidente con el perro guía hoy en el metro, frente al letrero que decía algo asi como “la vista te da la libertad”; lo irónico de encontrarte  a alguien sin ese sentido tan básico de la vista,  moverse con tal seguridad y libertad. Carlos se llama. Escuché mientras pasaba por un lado de él y una señora se lo preguntaba en inglés. Cuantas personas que oueden ven se sienten prisioneros de algo o de alguien por no hablar inglés? Cuantos niños que ven perfectamente desearían con todas sus fuerzas tener un perro negro que los guiara por toda la ciudad con el amor y la dedicación que lo hacía el suyo? Cuantos Carlos en el mundo desearian conocer Montreal?  Cuántos Carlos han muerto en las fronteras por seguir el sueño de venir al norte?Que tan relativo se puede volver todo.

    Qué tan feliz es Carlos?

    Tuve la intención de acercarme a decirle algo, pero, qué? El nombre ya lo sabía. Quéhaces aqui? Tenía el tipo de mexicano y le nombre por supuesto. En realidad me dio pena que lo pudiera tomar como un acto de lástima en lugar de lo que en realidad sentía en ese momento: admiración. También sentí el impulso de tomarle una foto para guarder el momento intacto en otro tipo de memoria pero recordé que a veces la gente interpreta las fotografías como una falta de respeto, como si el inmortalizar un momento fuera algo superfluo y motivo de burla. Me importó demasiado lo que pensarían los demas y me limité. La verdad es que la imagen con la que me quedo en la mente, esa nadie me la quita.  


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