• M.I.

    Hubiera apostado casi cualquier cosa a la incredulidad si alguien me lo hubiera contado, hubiera perdido.

    Me apena decirselos, me dejé llevar por la careta, me creí el slogan comercial de la publicidad, me revolví con la muchedumbre que juzga y re-juzga al que es distinto y reprueba al que se atreve a no depender de la aprovación social y el confort que te da el respaldo, muchas veces hipócrita, del entorno. 

    Yo como mucho, por no decir todos, llegue a pensarlo y a decirlo en voz alta. Me apena, y llevo días apenada conmigo misma. 

    Suficientes golpes de pecho. 

    Debo de confesarme que nunca pensé aprender tanto de tantas cosas  y de una sola persona a la vez.                                                           Un mes de causas .. digamos trágicas para algunos, y reconfortantes para otros. El ciclo de la vida. La tierra y el mar, el cielo y el infierno, arriba y abajo. La incapacidad y el interinato. No me impactaron tanto las confesiones, ni los temas subidos de color y de temperatura de algunos de los días, me sorprendió haberme encontrado sentada siendo parte activa de un debate que en mis universos imaginativos hubiera sido igual de factible que una cesárea masculina.

    Se puede decir que el destino y una pata mal metida hasta la rodilla fue el pretexto para la casualidad. No puedo saber que idea deja todo esto del otro lado, solo estoy segura de que de este, sembró mucho respeto e incluso me aventuro a decir, cariño.

    yo por mi parte me doy cuenta que mi sendero de no-juzgaré-a-mi-projimo-por-mas-jijo-que-parezca apenas  comienza a ser construido, probablemente porque la mezcla aun tiene exceso de arrogancia y le sigue faltando humildad. 


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