• Amores platónicos

    Estar internada aquí es una tentación demasiado grande. 

    Una lucha constante entre el retarme y ceder. El reto de atesorar: conocimientos, libros, pacientes, dinero, fama, reconocimiento, renombre. Pero inmediatamente después de hacer esa lista color oro, resuena el grito psiquiátrico (y su respectivo eco) el cuál dice:

    ¡No! No quiero sacrificar la noche estrellada a la orilla del Amazonas con un grupo de alemanes más chicos que yo en edad pero más llenos de idiomas y sellos de pasaportes que toda mi familia junta; no quiero perderme los cometas de la Sierra Juárez tirada en el suelo con mi papá,  ni la mañanas heladas en la Isla del Sol después de una noche de puro amor a 4dlls. No quiero reprimir esa cena de 6 que tenemos pendiente en la Plaza de Armas de Cusco; ni los inviernos en Montreal, ni los veranos en Toulouse al borde de la Garonne o el año nuevo en una playa del Atlántico. Ni siquiera quisiera haber descuidado ya tantas potenciales tardes de  Malecón en Ensenada, ni los juegos de mesa  con un grupo de amigos que hace 2 horas eran desconocidos. No quiero asesinar las semillas de expediciones que aún yacen dormidas en el suelo de algún lugar del mundo; las caminatas que me faltan, el idioma que sigue, los amigos sin rostro que tengo pendiente ir a conocer y a los que tengo años diciéndoles, " Ya casi llego".

    ¡No puedo faltar a mis citas!

    ¿Seré acaso demasiado conformista?

    ¿Será tan malo cambiar lo esperado (por ellos) por lo deseado (por mí)?  

    ¿Será pecado decidir hacer menos de lo que se que puedo por disfrutar más de lo sé que quiero?

    ¿Porqué esta manía mía de saltar fuera del confort justo cuando comienzo a sentir el terreno predecible?

    ¿Porqué me pone la piel chinita el oír a un especialista viejo e implacable decir "... Lo sé porque tengo 15 años haciendo lo mismo".

    ¿ Hasta qué punto esto me terminará provocando problemas de falta de apego e inestabilidad? 

    ¿Llegará alguna vez el día en que salga corriendo dejando platillos a medias en el horno?

    ¿Me arrepentiré alguna vez de criar a un niño cuando me despierte en las noches?

    El especialista implacable que vive al fondo a la derecha en mi cabeza, dice que si.

    El resto de los vecinos piensan que no,  siempre y cuando tanto el pastel como el niño estén hechos por puro amor y no por accidente, gula o deber. 

     

    ¿Porque es tan adictivo viajar?

     


  • Comments

    1
    América
    Monday 5th September 2011 at 10:12

    Probaste tus alas, van creciendo y fortaleciéndoce, es completamente natural que no sea fácil (¡vaya! quizá ni siquiera necesario) guardarlas o dejarlas quietas por mucho tiempo :)

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